El Real Madrid respiró con el empate, que permitía su segundo
puesto en el grupo que concede el pase a octavos. Además enderezaba un partido
cuya primera parte regaló, y que gracias a los cambios y al cansancio de los
alemanes consiguió mejorar en la
segunda.
El buen equipo que forma el
Borussia Dortmund, hizo que los blancos las pasaran canutas en la primera parte.
Mourinho tenía razón al decir que cada
pérdida ante este equipo es un calvario.
El Borussia concretaba su amenaza
en el minuto 24 con el primer gol que Reus convertiría en una bala de cañón.
Seis minutos más tarde tras un córner, Özil buscó el segundo palo y Pepe
cabeceó con el alma, igualando así el encuentro (1-1).
Pero los alemanes se recompusieron y
volvieron a golpear al filo del descanso. Un gol de Götze, en íntima
colaboración con Arbeloa.
Durante el descanso, Mourinho debió
ser persuasivo porque el Madrid que volvió del vestuario fue otro bien distinto. Los cambios mostraron un equipo más potente,
en el que lució sobre todo el coraje de Callejón, que nada más reanudar el
partido intentó igualar el marcador pero que el colegiado turco, Cuneyt Cakir,
anuló al señalar un fuera de juego milimétrico.
El 2-2 final, hizo justicia al
coraje del Madrid en la segunda mitad y a su deseo por apurar hasta la última
gota. Este resultado daba un pequeño respiro
a los blancos que sumó un punto, robó dos al Borussia, recuperando así
la autoestima y renovando la confianza del Bernabéu.